La décima de Almaguer sigue virgen todavía.
Virgen la décima mía antes y después del parto,
por eso es que la reparto como agua de manantial.
El libro está en Festival y del Libro no me aparto.
Así quiso comenzar Santiago Almaguer Valdés su entrevista. Este hombre entrado en años es hoy uno de esos artistas anónimos que transitan nuestras calles, y que desconoce el público general. El talento para la poesía y la improvisación de décimas le hacen una merecida reverencia.
Quien ostenta desde el año 2012 la condición de Premio Memoria Viva posee ya más de 3 mil décimas escritas. En el marco del Festival del Libro en la Montaña, celebrado en Tercer Frente este 25 de Mayo, quiso compartir sus experiencias y su arte.
P: ¿Por qué la décima como género?
Siempre he cultivado la décima. La décima porque es tan noble, tan guajira como nosostros mismos. Yo nunca tuve posibilidad de ir a una escuela, aunque es facil para un repentista que no tenga nivel cultural. Y yo empezé a crear siendo analfabeto. Aprendí un poco a los 28 años, pero sin tener nivel cultural, para ese entonces, ya improvisaba. Pero después me doy cuenta que lo mío no era improvisar, tenía dificultades para eso y entonces lo que hice fue que me dediqué a escribir. En una ocasión una periodista me preguntó cuándo había empezado a escribir décimas y le respondí que cuando aprendí a escribir.
P: ¿Por qué ese seudónimo de La Voz del ángel?
Yo vivo en un lugar que se llama el Ángel, donde hay un
arroyo lindísimoen un paraje de Guamá. A ese lugar llegan, como a todo el país
los maestros voluntarios, los brigadistas. Por ese tiempo yo comienzo a
escribir, a hacer algunas obras, pero con dificultades. A la casa de mi papá
mandan una maestra voluntaria.
En aquel tiempo Naborí escribía décimas todos los días, o
casi todos los días, de acuerdo al suceso. Y yo igual, lo mismo a sucesos
nacionales que a un brete del barrio le sacaba una décima. Ella me ayudaba
porque yo no sabía escribir. Siempre debajo de cada texto yo ponía Santiago
Almaguer, y ella ponía "La Voz del Ángel".
Después de eso ella se hace cuñada mía, tengo dos sobrinos
suyos, pero ella muere muy joven. A mi me han puesto distintos seudónimos:
"El poeta de la montaña", "La montaña que improvisa",
"El Peregrino". Pero en definitiva me quedé con La Voz del Ángel en
honor a ella.
P: Tengo entendido que usted vive en Los Negros, Contramaestre, pero ha hecho toda su carrera como creador artístico en Tercer Frente.
Yo me crié en estas montañas. Nací en Piloto del Medio y por coincidencias de la vida fue allí donde llegó Raul Castro con su tropa. Yo llego de cuatro años a un punto que le llaman Naranjo de China, un poco más allá de Las Bocas, en Tercer Frente. Allí empiezo a hacer décimas, a improvisar. Pero años más tarde me traslado a trabajar para Matías, y allí comienza, trabajando yo en la Empresa de Comercio, un concurso llamado primero "5 de Marzo" (después se llamó "6 de marzo"). En ese concurso participé 15 veces y de esas, 12 veces alcancé el primer lugar.
En aquel evento no se daba un documento, se pagaba en metálico, cien pesos, a veces 150. Pero el dinero se gasta, el documento perdura como memoria. Y no tengo ninguno.
Cuando termino mi etapa laboral, que me acojo a la jubilación, empiezo desde Los Negros a participar en Contramaestre. Gracias a una promotora llamada Virgen, que siempre le agradezco, porque me encaminó. Pero ahora la Casa de la Cultura de Baire es la que tiene que atendernos, y no es una atención sistemática, y tengo dificultades por esa parte. Pero bueno, no he dejado nunca de escribir.
Una décima sencilla ya nos regala Santiago,
dice que a cualquier cubano le brota la maravilla.
Recostado en una silla, coloca los espejuelos;
abre el papel y sus dedos, recorriendo cada frase,
nos detalla el desenlace de su historia, de sus sueños.
P: ¿Qué propuesta nos trae ahora?
Quiero empezar con esta décima que no está escrita, dice así:
Hoy regreso al lomerío bello que me vio crecer,
y un verso debo de hacer con el alma, amigos míos.
Mi décima es como un río que no pierde su nivel.
Corrió en el Arroyo aquel, llamado Contramaestre,
en su agua pura y silvestre, sangre de Carlos Manuel.
Sangre de Carlos Manuel, en su agua pura y silvestre,
llamado Contramaestre, corrió en el Arroyo aquel.
Que mantiene su nivel, mi décima es como un río.
Con el alma, amigo mío, un verso debo de hacer.
Bello que me vio crecer, hoy regreso al lomerío.
Entonces recita unas décimas compuestas especialmente para el Festival del Libro en la Montaña.
Aquí estoy hecho poesía, en un libro que no muerde.
Yo soy un retoño verde que brotó en la serranía.
Soy un vaso de agua fría, soy un volcán encendido.
Un viajante confundido, una nave sin turbina.
Un cerebro de neblina que en la montaña ha crecido.
Soy visible, no me escondo, no tengo por qué esconderme.
Y todo el que quiera verme si me llama le respondo.
Soy un coral en el fondo fraternal de la bahía.
Cocuyo en la serventía, escritor en miniatura.
Soy del libro una postura sembrada en la serranía.
Yo estoy en el sol que alumbra, en la estrella que se mueva,
en el aire que se eleva y el silencio en la penumbra.
En el ave que acostumbra a emigrar en primavera.
En la tatagua viajera, en el polvo del camino.
En la cúspide del pino y el arrullo en la palmera.
Soy un manantial que brota del vientre de una meseta,
arco, flecha, balloneta, leyenda que no se agota.
Formo parte de la cuota rústica de mi bohío.
Soy rebelde como el río, torpe como la cañada.
Colmena, cueva, cascada, un trozo de lomerío.
Yo soy en la cordillera el hermano del obrero,
el brazo del machetero y el fusil en la trinchera.
Asta para la bandera, refugio en cualquier campaña.
Pluma que, de cada hazaña, deja constancia notoria.
Soy defensor de la historia de esta gloriosa montaña.
No tengo un punto seguro para posar mi paloma;
pudiera ser esta loma, la Esperanza o Puerto Arturo.
Mi presente es el futuro de alguien que no está presente.
Mi torrente no es torrente para el que olvida el pasado.
Yo sigo siendo soldado del glorioso Tercer Frente.
Entre líneas me cuenta que la primera poesía que recorrió el mundo tras el deceso del Comandante Hugo Chávez Frías fue suya. Hoy solo le molesta que lo encasillen como un poeta que hace décima humorística. Prefiere los temas sociales, la historia.
Es Santiago Almaguer el trino suave del talento y la música del alma que recorre estas montañas bajo el nombre de "La Voz del Ángel".
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