Dice el refranero popular que aquí cualquiera tiene de
músico, poeta y loco. Braudilio Rivero Ramírez es poesía andante, no porque
cultive versos, sino por esa facilidad para hilvanar palabras cual sastre que
teje los preceptos de la vida en la túnica que ha de ponerse cada mañana,
dentro y fuera del hogar.
“Eso es un proverbio callejero. Músico, poeta y loco. Yo soy
uno de ellos”, me dice sin pensar respuesta alguna. En el año 1983 se graduó
como Técnico Medio en Agronomía. Con posterioridad cumple misión
internacionalista en Angola. Después se hizo Técnico Medio en Economía y
Planificación en la Escuela Nacional de Café, en Dos Palmas, Palma Soriano.
A partir de allí no paró. Desde cuadro político en la
Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, Licenciado en Derecho, supervisor
económico en la Delegación Municipal de la Agricultura, albañil, Profesor de
Derecho en la Universidad de Oriente. En la actualidad es Especialista B en la
Dirección de Planificación Física sobre la Vivienda.
Tiene una familia, como él mismo describe “funcional y llena
de virtudes”. Afirma que esa es su gran fortuna. Tiene 6 hijos, 2 en edad
escolar y 4 que ya son profesionales. Una maestra, un Licenciado en Derecho, un
Licenciado en Educación Superior y un médico. Los otros, estudian en la Escuela
Militar Camilo Cienfuegos.
“Es muestra del trabajo que se hace evitando que pierdan los
valores, porque en la comunidad es necesario formar personas jóvenes y transmitirle
nuestros principios, nuestra enseñanza, y que nunca los principios deben
cambiarse ni negociarse”, me asegura.
Se remonta al pasado y me dice: “El campesino del que se
hablaba antes, ese güajiro un poco tonto, un poco bruto, de laboriosas manos
llenas de callos, ya ha ido desapareciendo un poco. Ahora tenemos campesinos más
refinados y un poco más adoptrinados por la misma educación que ha llegado a
todos los rincones. Ese es el mismo campesino que, desde un caballo, saca un
celular y se comunica con el mundo.”
“Son campesinos que no solo saben utilizar un hacha y un
pico, sino también manejar una motosierra, un tractor, un camión. Si usted los
deja, periodista, hacen de estas montañas una trinchera de recursos y medios.
Ya no tenemos que buscar viandas en otros lugares, porque nosotros las tenemos
en nuestro terreno. Se siembra entre el café malanga, ñame, yuca, quimbombó,
boniato”.
“Yo no
se cómo estará el PIB internacional, pero el del municipio está muy bien. Y
todo eso sale de las montañas”, termina. Antes de irse me dice: “¿Tú
sabes? Yo soy de una rara especie, el
último sobreviviente, porque soy un hombre que no tomo ron, no fumo, no peleo
gallos ni perros, no juego dados ni bolita. No tengo ninguno de esos vicios. Y
en mis hijos veo el seguimiento de mi persona”.
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