Por Rodolfo
Antonio Hernández Formoso
(título
tomado de la canción homónima, de Orlando Benítez Víctores)
Al sonar el
cañonazo, todita Cuba ovaciona
a sus
médicos y acciona
como dando
un gran abrazo.
Del corazón
un pedazo de cada cubano tienen,
porque son
los que sostienen una lucha muy intensa,
en situación
ya muy tensa, la de ahora y la que viene.
Sí, porque
va a ser muy larga la lucha contra este virus
llamado
coronavirus, al que enfrentamos en carga.
En una carga
y descarga, al machete y con fusil,
que haremos
en todo abril para el virus derrotar
para, al
fin, poder triunfar, en situación nada baril.
Aunque aquí,
por lo general, a médicos mencionamos,
los cubanos
no olvidamos a todo ese gran personal,
que, en
batalla colosal, por Cuba y por todo el mundo
ha dado un
sí rotundo. Ha echado rodilla en tierra,
en medio de
esta guerra, con sacrificio profundo.
Los técnicos
y enfermeras nos hacen sentir orgullo.
El aplauso
es como arrullo, por luchar como unas fieras.
Aquí adentro
y allá afuera, se baten día por día,
en una
actitud bravía. Herederos de Maceo.
Por eso en
ellos creo, pues son como una acería.
Ángeles de
azucena, como les llamó el poeta.
Nuestra vida
estará quieta y tendrá muy poca pena.
Gracias a la
gran faena que realizan cada día.
Verdadera
hombradía. Hazañas cuales marianas.
Garantizando
el mañana. Dándonos mucha alegría.
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