Por Javier Labrada García
Cada
año la fecha del 27 de febrero marca no solo otra jornada en el
calendario, sino una triste página de nuestra historia que aún nos duele
como las espinas profundas: el día que cayera en la finca San Lorenzo
el Padre de la Patria, el hombre de Mármol, Carlos Manuel de Céspedes.
Ubicado en el Consejo Popular El Laurel del municipio Tercer Frente, en
Santiago de Cuba, atesora hoy un monumento a aquel que nos enseñara "a
ser más grandes que nuestros enemigos y a no verlos de rodillas".
Hoy
el Consejo Popular El Laurel se ubica entre las montañas al sur del
municipio Tercer Frente, con una extensión de cerca de 8.7 Km cuadrados y
una población de 1065 habitantes. La existencia de un gigantesco Laurel
a la sombra del cual descansaban las personas da nombre a esta
comunidad.
Como
expone el periodista Ciro Bianchi, citando a los historiadores
Hortensia Pichardo y Fernando Portuondo, la deposición de Céspedes fue
"la antesala de su muerte". Cuando los rencores dormidos de quienes se
declararon enemigos hicieron acto de presencia, el iniciador de la gesta
mambisa fue privado de su escolta y ayudantes. "Como los adversario
vencidos (sin serlo) en la antigua Roma, se vio obligado a seguir al
gobierno durante tres largos meses, sin dejarse humillar, sabiendo dar
la respuesta oportuna a cada insolencia, a cada injuria".
El
clima de esta zona es más fresco que en otras zonas por ubicarse al sur
del municipio, en el corazón de la Sierra Maestra. Tapizan su geografía
plantaciones de café, y árboles madreables, además de un terreno
intrincado, rico en arroyos, ríos y manantiales.
En
enero de 1874, Carlos Manuel de Céspedes se traslada hasta San Lorenzo,
entonces en la prefectura de Guaninao, por recomendación de su amigo el
brigadier José de Jesús Pérez, al recibir noticias de que tropas
españolas operaban cerca de Cambute, hoy ubicada en el consejo Popular
Arroyo Rico. Cerca de esa zona, en el campamento de La Somanta,
recibiría el "Presidente Viejo", la orden de la Cámara de representantes
que lo depusiera de la Presidencia de la República en Armas.
En
su retiro, en calidad de "residenciado", Céspedes juega ajedréz, enseña
a leer y escribir a dos niños, los instrúia en el arte de la
declamación, toma café con los vecinos y lo acompaña el amor de
Panchita, hija de Francisca Rodríguez, cuya juvenil presencia le hace
olvidar los dolores y la lejanía de los seres queridos. Con ella tendría
un hijo que nunca llegaría a conocer.
Mientras
la visitaba una niña informa de la presencia de tropas españolas. Horas
antes, como si presintiera su final se vistió con sus mejores ropas, y
en su diario "pasó la cuenta a todos sus enemigos". Él, que nunca andaba
solo, ese día salió sin compañía. Se dice que los españoles llegaron a
San Lorenzo guiados por alguien que conocía bien la zona y que sabía muy
bien quién erea el que se ocultaba allí.
Corrió
Céspedes revolver en mano a ponerse a salvo y, herido de muerte, calló
por un barranco. Su cadáver presentaba una herida de bala, en la tetilla
izquierda.
Muchas
teorías y datos curiosos hay sobre este suceso, que continuaremos en la
próxima entrada, pero quiero terminar con uno de ellos. Según cuentan,
los españoles encontraron por casualidad a Céspedes, lo que significa
que no sabían quién era el hombre al que habían dado muerte. Su cadáver
fue amarrado con una soga para sacarlo del fondo del barranco, y al
llevarlo arrastrando ante Panchita, esta, con gritos de deseperación,
exclamaba: "Ese es el Presidente! Han muerto al Presidente!!!"
En la próxima entrega estaremos conociendo los mitos y teorías en torno a la muerte de quien fuera calificado como Hombre de Mármol.
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