Llegó a decir el Maestro José
Martí sobre el Periodismo: “La prensa no puede ser, en estos tiempos de
creación, mero vehículo de noticias, ni mera sierva de intereses, ni mero
desahogo de la exuberante y hojosa imaginación” (“Carta de los Estados Unidos”,
La Nación, Buenos Aires, 13 de septiembre de 1882).
No puede ser, aún en estos
tiempos; pero la falsa identidad de algunos profesionales del gremio, el
“ajustarse al diario”, el valor del trabajo metalizado, vienen a convertirse en
las hojas de doble filo que mutilan el gran bosque que es el pensamiento.
Una rápida vista por su biografía
nos resalta sus muchos “logros”. Vinculado a las luchas estudiantiles de los
años 30 en Cuba, y voluntario de la Brigada Internacional para combatir al lado
de los republicanos en la Guerra Civil Española. Regresa a Cuba en 1939, y
trabaja como traductor de cables y al frente de la sección “Internacionales” en
el periódico Noticias de Hoy, órgano del Partido Socialista Popular (PSP).
Allí, sin embargo, empezó a
querer más relieve, más protagonismo... más dinero. Algunos que lo conocieron,
como el ya fallecido doctor y corresponsal de guerra, José López Sánchez,
aseguran que escribía bien. Pero se metía en temas que se alejaban de la línea
editorial del periódico, fomentaba discusiones estériles, chismes, divisiones.
Frecuentemente le llamaban la atención por sus indisciplinas, los deseos de
sobresalir.
Expulsado del Partido por sus
posiciones sectarias, funda el Movimiento Socialista Revolucionario, que se
transformó en una organización gansteril que recaudaba dinero “para la causa” a
través de la extorsión.
En 1947, fue el jefe militar del
contingente de cubanos y dominicanos que preparaban, en Cayo Confite, una
invasión a República Dominicana para derrocar a Rafael Leónidas Trujillo
Molina, “Chapitas”. Por aquellos días se produce el trágico suceso de la calle
Orfila, en la Habana, donde el gansterismo alcanzó su mayor auge, nada ajeno a
nuestro protagonista.
Como un camaján, siempre detrás
del telón del poder, adquirió durante el gobierno de Carlos Prío, un puesto en
la Cámara de Representantes por la entonces provincia de Oriente. También, con
su dinero financiaba un periódico propio, “Tiempo en Cuba”, dirigido por su
hermano Rodolfo y que tenía sus oficinas en San José no. 868, en La Habana.
Tras el golpe constitucional de
1952, protagonizado por Fulgencio Batista, olvidó sus ansias de una revolución
“a tiros” (curiosamente era líder de uno de los grupos que, atrincherados en la
escalinata de la Universidad de La Habana, pretendía hacer resistencia armada a
los golpistas), y se alió al Hombre fuerte de Cuba. Esto le sirvió a su vez
para escalar peldaños en el poder.
Por aquellos años comenzaba a
editar el periódico “Libertad”, en Santiago de Cuba, una publicación que desde
sus páginas defendía al dictador. El tabloide se hizo célebre, no solo por
insertar grandes fotos pornográficas en sus portadas, sino también por el hecho
de que quien aparecía en sus páginas acusado de contrario al régimen, poco
después era encontrado muerto, horriblemente mutilado.
Quizá el hecho por el que es más
recordado es por haber fundado su ejército personal, y ser considerado el
precursor de las bandas paramilitares en el continente americano. Este cuerpo
armado, conocido como “Los Tigres”, se convertirían en los verdugos del
régimen, y se calcula sumó más de 2 000 muertes entre 1953 y 1959, muchos de
ellos personas inocentes, quienes pagaban con su vida los intentos de
extorsión, o la simple sed de sangre de los asesinos.
A esta altura ya debe adivinarse
que hablamos de Rolando Masferrer Rojas. Un hecho para ilustrar. Un día
aparecen en la Loma de la Cruz, en Holguín, cinco cadáveres con signos de
tortura y disparos en la nuca. El nombre de uno de ellos es Santiago Masferrer,
luchador antibatistiano, y primo hermano de Rolando. Acababa de sucumbir por
orden de su pariente, bajo los plomos de los “tigres”.
El 1ro de enero de 1959, junto a
algunos de sus hombres huía hacia los Estados Unidos. En su ausencia, el poder
revolucionario lo juzgaba y sancionaba en la Causa 42, por 4 delitos de
asesinato, a la pena de muerte por fusilamiento. Esto, por supuesto, nunca tuvo
lugar. Años más tarde, el 31 de octubre de 1975, Rolando acciona la llave de su
auto y muere producto a una bomba.
Alguna vez dijo que admiraba a
cualquier periodista. Pero que lo admiraba más si era valiente. Pero que su
admiración era total si el periodista era capaz de partir, Colt 45 en mano, una
carta de baraja, a cien pasos.
Los infames han existido siempre,
en todas las épocas. El embuste tiene muchos antifaces. Hagamos la guerra a los
infames y a sus herramientas de doble filo, con la prensa que, como dijera el
Apóstol, es un vigía que lo desentierra todo.
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