En el carnaval las tradiciones no faltan. Es la mayor fiesta
popular donde cultura, música, derroche, bebidas, juegos, colman el gusto de
los hombres por unos instantes. Desde que tengo uso de razón, en Tercer Frente
han sido un verdadero espectáculo que ha ido evolucionando con la misma gente.
Ni hablar de la conga Valle Rojo, o de la carroza cargada de mujeres que
desborda sensualidad y ritmo, son elementos que están presentes año tras año.
Una de estas tradiciones se celebra puntual en mi pueblo: el
palo ensebao, conocido en varias zonas como la cucaña. Afirman historiadores
que su nombre se relaciona con la leyenda del País de Cucaña, una historia muy
popular durante la Edad Media en Europa, donde las riquezas estaban al alcance
de cualquiera sin tener que trabajar.
Las primeras referencias llegan de un pasatiempo que se
practicaba en Nápoles, Italia, en el siglo XVI, y que consistía en trepar por
un palo cubierto de grasa o jabón para conseguir un premio que está en el
extremo más alto. Comúnmente el premio era comida. En nuestro municipio, debe
alcanzarse una banderilla colocada en la cima del palo, y el ganador se lleva
un premio.
La estrategia para subir varía mucho. En la mayoría de los
casos, como el ejemplo que les mostramos, el jugador se apoya en la ropa que
trae puesta para ir eliminando parte del material resbaladizo que cubre el
poste. Suben de manera similar a como se trepa a una palma.
Así la tradición permanece, regalándole al público un
espectáculo único, donde el esfuerzo personal tiene un grato resultado.
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