Hacía solo un rato que había salido de mi
casa. Las nubes en el horizonte presagiaban una brutal llovizna sobre la
tierra. Cuando iniciaba mi camino las luces de los hogares
desaparecieron. Aquel inesperado apagón solo duró unos minutos, pero
mientras retomaba mi camino me atrapó la extraña sensación de
encontrarme en una tierra desconocida.
La calle tantas veces recorrida
me pareció ahora nueva a mi memoria. Me parecía estar a horas de mi
destino. Sigo mi camino. Los rayos razgaban y herían las nubes sobre mi
cabeza. Pero no sangraban aún. La luz de los relámpagos iluminaba el
camino, proyectaba una nebulosa silueta contra el piso.
Todas las
criaturas terrestres q se cruzaron en mi camino iban en dirección
contraria. Finalmente la lluvia torrencial inundó las calles y la sombra
cubrió los ojos. El viento soplaba acompañando la tormenta.
En mi
refugio momentáneo tuve la sensación de impotencia q debió sentir Noé
ante lo inevitable del diluvio. Luego de unos 10 minutos cesó la lluvia.
Ya en mi destino, reflexiono un instante sobre cómo el clima nos
provoca tantos sentimientos terribles, tantas imágenes fantasmales. "La
Cacería Salvaje" atravesó mi tierra esta noche. A mi me quedó el
recuerdo de ser protagonista de un recorrido q me asustó, lo admito. Un
sendero q trae la sensación de estar caminando hacia la tormenta.
Nota:
Este texto fue originalmente publicado el 24 de abril de 2018 en mi
cuenta en Facebook. Ahora lo reprodusco en mi blog íntegramente.
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