lunes, 4 de marzo de 2019

En busca del líder

Por Javier Labrada García
Hace solo unos días atrás alguien me refería que nuestro modelo de dirección ha cambiado mucho. Hoy tenemos muchos dirigentes, pero nos faltan líderes. La idea, por cruda que parezca, es cierta. Aquella reflexión de un artista me movió a investigar ideas empolvadas, o desterradas de conciencias que hoy se niegan a pensar que el mejor o único camino es el pensamiento individual.
Tomo como referencia una vez más el pensamiento de José Martí, el único faro posible cuando la oscuridad intenta perder en el abismo los barcos que a la deriva nunca han visto la seguridad de un puerto.

Lo primero a tener en cuenta es que el apóstol nos legó un sistema de ideas, no un manual sobre la dirección o el liderazgo. Sus enfoques sobre este tema se fundamentan en la experiencia que pudo acumular con el “hacer”, y para su tiempo fueron conceptos prácticos y revolucionarios. 
Lo segundo, es que eran contextos totalmente diferentes. Hoy en día la teoría y la práctica de la dirección se basan en la Teoría General de la Administración, surgida como consecuencia de la segunda Revolución Industrial, y del desarrollo del proceso de socialización y acumulación de la producción y el capital.
Esta teoría y esta práctica se desarrollan fuera y dentro de Cuba, constituyéndose en el fundamento que sirve para dirigir y gestionar a las personas y a las organizaciones modernas. Esta última idea caló en el pensamiento martiano. Julián hubo de reconstruir una revolución desde sus cimientos cuando ya casi nadie creía que fuese posible.
Para ello se sirvió de su experiencia, sensibilidad y humanismo, siendo él mismo “ejemplo”. Fue capaz de aunar las diferentes fuerzas y factores sociales, a partir de valores de los cuales él mismo era portador. Esa materia prima, de “predicar con el ejemplo” le permitió ir creando un estado de motivación que llevara a las personas a lograr las metas fijadas.
Dos valores esenciales llenaban el ideario del Maestro:  la ejemplaridad y el humanismo.
Sobre el primer concepto afirmó: “…con los ejemplos sucede que es más fácil censurarlos, que seguirlos”. (Cuadernos de apuntes, 1882, t. 21, p. 269)
Sobre el segundo: “la cobardía y la indiferencia no pueden ser nunca las leyes de la humanidad. Es necesario, para ser servido de todos, servir a todos”. (“La Política”, Patria, Nueva York, 19 de marzo de 1892, t. 1, p. 337)
Estos valores expresan una manera de vivir y de dirigir, de manifestarse como un líder plenamente identificado y comprometido con la causa, con su visión y con los fines a lograr a mediano y largo plazo.

Dentro de la actual Teoría de la Administración se habla del proceso de toma de decisiones. Allí deben estar presentes la negociación, la persuasión y la adecuación de los factores para que se pueda adoptar el mejor curso de acción, compartido y aceptado por los colectivos de forma participativa, sin ningún tipo de imposición.
El estilo de dirección basado en el principio de “ordeno y mando” no es la solución a los problemas de la ineficacia productiva de nuestras instituciones modernas. En un estudio sobre el tema que tomé como base para este análisis se refleja la siguiente idea:
¿Por qué Martí se convierte en líder innegable de la gesta revolucionaria del 95 y la figura política más prominente de su época, siendo como era, un intelectual inexperto en las cuestiones vinculadas a las luchas militares? Esto es posible solamente, porque Martí da muestra fehaciente de sus capacidades organizativas, administrativas y de gestión (recordemos el hecho de haber logrado en casi total secreto la difícil tarea de fletar 3 barcos con armas y pertrecho para 400 combatientes), sus habilidades políticas ilimitadas, su ejemplaridad, humanismo y consagración a la obra revolucionaria; y además por que demostró que la revolución como cualquier otra empresa, en cualquier tiempo, tiene que ser una obra detallada y previsora de pensamiento e inteligencia.
Actualmente dirigir no puede ser una actividad basada sólo en la experiencia como en ocasiones se cree y se practica. Requiere de estudio, de la formación de competencias profesionales y laborales, que incluye también el proceso de asimilación de valores.  La imagen de líder del Apóstol se fortalece con los rasgos que conforman su personalidad. Tenía las cualidades de un líder de éxito. 
El investigador Leonardo Griñán Peralta expone en su libro “Psicografía de José Martí” que siempre se le vio optimista, oportuno, transigente, discreto, maestro en el arte de “confiar las verdades”, respetuoso con todos, fiel a su costumbre de siempre dar una sonrisa, una frase, una esperanza, un recuerdo, un favor, un obsequio.”
Martí lleva el humanismo a su más alta expresión cuando se convierte para él en una práctica, el hábito de pensar en los otros más que en sí mismo. Estos son conceptos que hay que rescatar, el contexto no es el mismo, pero sí la imperiosa necesidad de, (parafraseando a Bertolt Brecht) más que un cambio de rueda, un cambio de rumbo en este sentido.
Termino con una frase del Apóstol sobre la Dirección, solo para reflexionar: “Bueno es dirigir;- pero no es bueno que llegue el dirigir a ahogar”. (“Libros”, t. 18, p. 290)

1 comentario:

  1. Bien por usted hermano, que la luz de Martí, siga prendida en el camino de la Cuba que aspiramos todos....Gracias por este artículo, donde te muestras maduro en el análisis.....

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